¿Qué es lo que oígo? No oigo el ruido de los cañones ni los bailables de Offenbach, ni tampoco el aullido de las sirenas de las fábricas o el griterío estridente que recorre el edificio de la Bolsa a mediodía, ni siquiera el chocar de los cascos de los caballos contra el pavimento o la música de las marchas militares durante el cambio de guardia. No, lo que oigo es el breve estrépito de la antracita que de un cubo de hojalata va cayendo a la estufa de hierro; es el crujido sordo con que se enciende la llama de la mecha de gas y el tintineo del globo de la lámpara sobre el aro de latón cuando pasa un carruaje por la calle. Y otros ruidos más, como el metálico al revolver la cesta de las llaves, los dos campanillazos (el de la escalera principal y el de la de servicio). Por último allí también estaba un corto verso de la poesía infantil: “Te voy a contar algo de la Mummerehlen”.
Walter Benjamin, Sobre la fotografía