XV
Inicié el ejercicio de escuchar los “sonidos del mundo” y lo prolongué dos meses, como don Juan había especificado. Al principio resulta torturante escuchar y no mirar, pero todavía peor era el no hablar consigo mismo. Al finalizar los dos meses, yo era capaz de suspender mi diálogo interno durante periodos cortos, y también de prestar atención a los sonidos.
Carlos Castaneda